[LUG.ro Mix] [OT] Steve Jobs: "Manteneos hambrientos, manteneos atolondrados"

Luis H S lugro-mix@lugro.org.ar
Thu, 23 Jun 2005 22:57:25 -0300


 <http://www.faq-mac.com/bitacoras/memoria/?p=159> Steve Jobs: “Manteneos
hambrientos, manteneos atolondrados”


Texto de la conferencia a nuevos estudiantes de Stanford que dio Steve Jobs,
Director Ejecutivo de Apple Computer y Pixar Animation Studios, el 12 de
Junio de 2005. Podéis leer aquí
<http://news-service.stanford.edu/news/2005/june15/jobs-061505.html>  el
original en inglés.

Tengo el honor de estar hoy aquí con vosotros en vuestra iniciación en una
de las mejores universidades del mundo. Nunca me gradué. A decir verdad,
esto es lo más cerca que jamás he estado de una graduación universitaria.
Hoy os quiero contar tres historias de mi vida. Nada especial. Sólo tres
historias.

La primera historia versa sobre cómo se conectan los puntos.

Dejé Reed College después de los seis primeros meses, pero después seguí por
allí por libre otros 18 meses, más o menos, antes de dejarlo de veras.
Entonces, ¿por qué lo dejé?

Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una titulada
universitaria joven y soltera, y decidió darme en adopción. Ella tenía muy
claro que quienes me adoptaran tendrían que ser titulados universitarios, de
modo que todo se preparó para que fuese adoptado al nacer por un abogado y
su mujer. Solo que cuando aparecí decidieron en el último momento que lo que
de verdad querían era una niña. Así que mis padres, que estaban en lista de
espera, recibieron una llamada a media noche preguntando: “Tenemos un niño
no esperado; ¿lo queréis?” “Por supuesto”, dijeron. Mi madre biológica se
enteró de que mi madre no tenía titulación universitaria, y que mi padre ni
siquiera había terminado el bachillerato, así que se negó a firmar los
documentos de adopción. Sólo cedió, meses más tarde, cuando mis padres
prometieron que algún día iría a la universidad.

Y 17 años más tarde realmente fui a la universidad. Pero de forma descuidada
elegí una universidad que era casi tan cara como Stanford, y todos los
ahorros de mis padres de clase trabajadora los estaba gastando en mi
matrícula. Después de seis meses, no le veía propósito alguno. No tenía idea
de qué quería hacer con mi vida, y menos aún de cómo la universidad me iba a
ayudar a averiguarlo. Y me estaba gastando todos los ahorros que mis padres
habían conseguido a lo largo de su vida. Así que decidí dejarlo, y confiar
en que las cosas saldrían bien. En su momento me dio miedo, pero en
retrospectiva fue una de las mejores decisiones que nunca haya tomado. En el
momento en que lo dejé, ya no fui más a las clases obligatorias que no me
interesaban, y comencé a meterme en las que parecían interesantes.

No era idílico. No tenía dormitorio, así que dormía en el suelo de las
habitaciones de mis amigos, devolvía botellas de Coca Cola por los 5
céntimos del depósito para conseguir dinero para comer, y caminaba más de
10Km los domingos por la noche para comer bien una vez por semana en el
templo de los Hare Krishna. Me encantaba. Y muchas cosas con las que me fui
topando al seguir mi curiosidad e intuición resultaron no tener precio más
adelante.

Os daré un ejemplo: en aquella época el Reed College ofrecía la que quizá
fuese la mejor formación en caligrafía del país. En todas partes del campus,
todos los pósteres, todas las etiquetas de todos los cajones, estaban
bellamente caligrafiadas a mano. Como ya no estaba matriculado y no tenía
clases obligatorias, decidí atender al curso de caligrafía para aprender
cómo se hacía. Aprendí cosas sobre el serif y tipografías sans serif, sobre
los espacios variables entre combinaciones de letras, sobre qué hace
realmente grande a una gran tipografía. Era sutilmente bello, histórica y
artísticamente, de una forma que la ciencia no puede capturar, y lo encontré
fascinante.

Nada de esto tenía ni la más mínima esperanza de aplicación práctica en mi
vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando el primer
ordenador Macintosh, volvió a mí. Y diseñamos el Mac con todo dentro. Fue el
primer ordenador con tipografías bellas. Si nunca me hubiera dejado caer por
aquél curso concreto en la universidad, el Mac jamás habría tenido múltiples
tipografías, ni tipos con espaciado proporcional. Y como Windows no hizo más
que copiar el Mac, es probable que ningún ordenador personal los tuviera. Si
nunca hubiera decidido dejarlo, no habría entrado en esa clase de
caligrafía, y los ordenadores personales no tendrían la maravillosa
tipografía que poseen. Por supuesto que era imposible conectar los puntos
mirando hacia el futuro cuando estaba en clase. Pero era muy, muy claro al
mirar atrás diez años más tarde.

Otra vez: no se pueden conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes
hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se
conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo: tu instinto,
el destino, la vida, el karma, lo que sea. Esta forma de actuar nunca me ha
dejado tirado, y ha marcado la diferencia en mi vida.

Mi segunda historia es sobre el amor y la pérdida.

Tuve suerte: supe pronto en mi vida qué era lo que más deseaba hacer. Woz y
yo creamos Apple en la cochera de mis padres cuando tenía 20 años.
Trabajamos mucho, y en diez años Apple creció de ser sólo nosotros dos a ser
una compañía valorada en 2 mil millones de dólares y 4.000 empleados. Hacía
justo un año que habíamos lanzado nuestra mejor creación: “el Macintosh”, un
año antes... y hacía poco que había cumplido los 30. Y me despidieron. ¿Cómo
te pueden echar de la empresa que tú has creado? Bueno, mientras Apple
crecía contratamos a alguien que yo creía muy capacitado para llevar la
compañía junto a mí, y durante el primer año, más o menos, las cosas fueron
bien. Pero luego nuestra perspectiva del futuro comenzó a divergir, y
finalmente nos apartamos completamente. Cuando eso pasó, nuestra Junta
Directiva se puso de su parte. Así que a los 30 estaba fuera. Y de forma muy
notoria. Lo que había sido el centro de toda mi vida adulta se había ido, y
fue devastador.




Steve Jobs y Steve Worziak en el garaje de la familia Jobs. 1975. Foto por
cortesía de Apple computer.

Realmente no supe qué hacer durante algunos meses. Sentía que había dado de
lado a la anterior generación de emprendedores, que había soltado el testigo
en el momento en que me lo pasaban. Me reuní con David Packard [de Hewlett
Packard] y Bob Noyce [inventor del circuito integrado, Intel], e intenté
disculparme por haberla fastidiado tanto. Fue un fracaso muy notorio, e
incluso pensé en huir del valle [Silicon Valley]. Pero algo comenzó a
abrirse paso en mí: aún amaba lo que hacía. El resultado de los
acontecimientos en Apple no había cambiado eso ni un ápice. Había sido
rechazado, pero aún estaba enamorado. Así que decidí comenzar de nuevo.

No lo vi así entonces, pero resultó ser que el que me echaran de Apple fue
lo mejor que jamás me pudo haber pasado. Había cambiado el peso del éxito
por la ligereza de ser de nuevo un principiante, menos seguro de las cosas.
Me liberó para entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida.

Durante los siguientes cinco años, creé una empresa llamada NeXT, otra
llamada Pixar, y me enamoré de una mujer asombrosa que se convertiría
después en mi esposa. Pixar llegó a crear el primer largometraje animado por
ordenador, Toy Story, y es ahora el estudio de animación más exitoso del
mundo. En un notable giro de los acontecimientos, Apple compró NeXT, regresé
a Apple, y la tecnología que desarrollamos en NeXT es el corazón del actual
renacimiento de Apple. Y Laurene y yo tenemos una maravillosa familia.

Estoy bastante seguro de que nada de esto habría ocurrido si no me hubieran
echado de Apple. Creo que fue una medicina horrible, pero supongo que el
paciente la necesitaba. A veces, la vida te da en la cabeza con un ladrillo.
No perdáis la fe. Estoy convencido de que la única cosa que me mantuvo en
marcha fue mi amor por lo que hacía. Tenéis que encontrar qué es lo que
amáis. Y esto vale tanto para vuestro trabajo como para vuestros amantes. El
trabajo va a llenar gran parte de vuestra vida, y la única forma de estar
realmente satisfecho es hacer lo que consideráis un trabajo genial. Y la
única forma de tener un trabajo genial es amar lo que hacéis. Si aún no lo
habéis encontrado, seguid buscando. No os conforméis. Como en todo lo que
tiene que ver con el corazón, lo sabréis cuando lo hayáis encontrado. Y como
en todas las relaciones geniales, las cosas mejoran y mejoran según pasan
los años. Así que seguid buscando hasta que lo encontréis. No os conforméis.

Mi tercera historia es sobre la muerte.

Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo como: “Si vives cada día
como si fuera el último, algún día tendrás razón”. Me marcó, y desde
entonces, durante los últimos 33 años, cada mañana me he mirado en el espejo
y me he preguntado: “Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer
lo que voy a hacer hoy?” Y si la respuesta era “No” durante demasiados días
seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo.

Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya
encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque
prácticamente todo —las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al
ridículo o al fracaso— se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que
es verdaderamente importante. Recordar que vas a morir es la mejor forma que
conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás
desnudo. No hay razón para no seguir al corazón.

Hace casi un año me diagnosticaron cáncer. Me hicieron un barrido a las 7:30
de la mañana, y mostraba claramente un tumor en el páncreas. Ni siquiera
sabía qué era el páncreas. Los médicos me dijeron que era prácticamente
seguro un tipo de cáncer incurable, y que mi esperanza de vida sería de tres
a seis meses. Mi médico me aconsejó que me fuese a casa y dejara zanjados
mis asuntos, forma médica de decir prepárate a morir. Significa intentar
decir a tus hijos todo lo que ibas a contarles en los próximos diez años en
unos pocos meses. Significa asegurarte de que todo queda atado y bien atado,
para que sea tan fácil como sea posible para tu familia. Significa decir
adiós.

Viví todo un día con ese diagnóstico. Luego, a última hora de la tarde, me
hicieron una biopsia, metiéndome un endoscopio por la garganta, a través del
estómago y el duodeno, pincharon el páncreas con una aguja para obtener
algunas células del tumor. Yo estaba sedado, pero mi esposa, que estaba
allí, me dijo que cuando vieron las células al microscopio los médicos
comenzaron a llorar porque resultó ser una forma muy rara de cáncer
pancreático que se puede curar con cirugía. Me operaron, y ahora estoy bien.

Esto es lo más cerca que he estado de la muerte, y espero que sea lo más
cerca que esté de ella durante algunas décadas más. Habiendo vivido esto,
ahora os puedo decir esto con más certeza que cuando la muerte era un
concepto útil, pero puramente intelectual:

Nadie quiere morir. Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir
para llegar allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos
compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así tiene que ser, porque la
Muerte es posiblemente el mejor invento de la Vida. Es el agente de cambio
de la Vida. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo. Ahora mismo lo
nuevo sois vosotros, pero dentro de no demasiado tiempo, de forma gradual,
os iréis convirtiendo en lo viejo, y seréis apartados. Siento ser tan
dramático, pero es bastante cierto.

Vuestro tiempo es limitado, así que no lo gastéis viviendo la vida de otro.
No os dejéis atrapar por el dogma —que es vivir según los resultados del
pensamiento de otros—. No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás
ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de
seguir a vuestro corazón y vuestra intuición. De algún modo ellos ya saben
lo que tú realmente quieres ser. Todo lo demás es secundario.

Cuando era joven, había una publicación asombrosa llamada The Whole Earth
Catalog [Catálogo de toda la Tierra], una de las biblias de mi generación.
La creó un tipo llamado Stewart Brand no lejos de aquí, en Meno Park, y la
trajo a la vida con su toque poético. Eran los últimos años 60, antes de los
ordenadores personales y la autoedición, así que se hacía con máquinas de
escribir, tijeras, y cámaras Polaroid. Era como Google con tapas de
cartulina, 35 años de que llegara Google: era idealista, y rebosaba de
herramientas claras y grandes conceptos.

Stewart y su equipo sacaron varios números del The Whole Earth Catalog, y
cuando llegó su momento, sacaron un último número. Fue a mediados de los 70,
y yo tenía vuestra edad. En la contraportada de su último número había una
fotografía de una carretera por el campo a primera hora de la mañana, la
clase de carretera en la que podrías encontrarte haciendo autoestop si
fueseis así de aventureros. Bajo ella estaban las palabras: “Sigue
hambriento. Sigue atolondrado”. Era su último mensaje de despedida. Sigue
hambriento. Sigue atolondrado. Y siempre he deseado eso para mí. Y ahora,
cuando os graduáis para comenzar de nuevo, os deseo eso.

Seguid hambrientos. Seguid atolondrados.

Muchísimas gracias a todos.

Esta entrada fué publicada el Friday, June 17th, 2005 a las 12:39 am y está
archivada en Sin clasificar
<http://www.faq-mac.com/bitacoras/memoria/?cat=1> , Personal
<http://www.faq-mac.com/bitacoras/memoria/?cat=5> , Enlaces
<http://www.faq-mac.com/bitacoras/memoria/?cat=6> , Empresa
<http://www.faq-mac.com/bitacoras/memoria/?cat=17> . Puedes seguir el resto
de los comentarios a través de este feed RSS
<http://www.faq-mac.com/bitacoras/memoria/wp-commentsrss2.php?p=159>  2.0.
Puedes dejar un
<http://www.faq-mac.com/bitacoras/memoria/?p=159&page=3#respond>
comentario, o hacer un trackback
<http://www.faq-mac.com/bitacoras/memoria/wp-trackback.php?p=159>  desde tu
propia página. 

 <http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.1/es/deed.es> Licencia de
Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de
<http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.1/es/deed.es>  Creative
Commons.